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El género y la tercera edad: dos puntos paralelos necesariamente coincidentes en el tratamiento penitenciario (página 2)




Enviado por mirna



Partes: 1, 2

1.2-. EL ADULTO
MAYOR COMO GRUPO
MÁS VULNERABLE.

"La vejez es un
tema conflictivo, no sólo para el que la vive en sí
mismo, sino también aquellos que sin ser viejos aún
diariamente la enfrentan desde sus roles de profesionales de
médico, psicológico, asistente social, enfermero, o
como hijo, como colega, como socio, como vecino, o como un simple
participante anónimo de las multitudes que circundan por
nuestras grandes ciudades"- así nos ilustra uno de los
autores de mayor aporte al trabajo en
esta edad en Latinoamérica, el destacado psicogeriatra
argentino Leopoldo Salvarezza.

Se ha llegado a considerar que los elementos
conformadores de identidad de
esta edad, es decir, que propician su mismidad o subjetividad
como miembro de la tercera edad, son tomados generalmente de los
perjuicios negativos que la cultura, ha
reservado para la vejez. "Soy viejo porque ya me queda menos, soy
inútil, incapaz, retirado, final".

Es necesario comprender a la edad como tal, y no
propiciar su negación.

¿Por qué sostenemos tales
planteamientos?.

El envejecimiento ha sido considerado al menos desde
cuatro puntos de vista: cronológico,
psico-biológico, psico-afectivo y social.

  • La edad cronológica.

La manera más simple de definir la vejez, y
consiste en contar los años transcurridos desde el
nacimiento. De forma general, las estadísticas sobre los ancianos fijan su
comienzo, arbitrariamente en los 65 años.

Existe una relación contradictoria entre la edad
cronológica y la serie constituida por los acontecimientos
de la vida. Sin embargo, los umbrales arbitrarios establecidos
conforme a la edad resultan a menudo engañosos, porque son
frecuentes las diferencias individuales y los cambios sociales
suelen ser graduales, produciéndose rara vez el mismo
día del cumpleaños. Tanto el número de
cumpleaños, parecen entrar en la concepción de la
edad numerosas variables como
la salud y los
factores sociales y económicos. Puesto que se envejece de
modo diferente desde el punto de vista físico,
económico y social, la edad cronológica sirve, todo
lo más, para marcar la edad objetiva.

Otros criterios que pueden servir para definir el
envejecimiento son los cambios físicos y
biológicos. Pero, a menos que se produzca un traumatismo
excepcional, el envejecimiento físico se desarrolla
gradualmente, de forma que resulta a menudo arbitrario precisar
el momento en que una persona es
físicamente vieja.

El envejecimiento físico modifica la imagen que
tenemos de nosotros mismos, pero hace también otra cosa:
Señala a los demás que conviene cambiar de comportamiento
hacia nosotros.

La palabra envejecimiento evoca habitualmente cambios
físicos, desagradables: pérdida de fuerza,
disminución de la coordinación, y del dominio del
cuerpo, alteración de la salud.

  • La edad psicológica y
    emotiva.

Sabemos que la madurez posee algo característico.
Por ejemplo, una persona es considerada psicológicamente
madura cuando puede asumir sus responsabilidades en la sociedad.
¿Pero cuáles son los aspectos psicológicos
asociados al envejecimiento?. ¿Se siente uno interiormente
distinto a los 70 años de lo que se sentía a los
40?.

Los cambios psicológicos pueden dividirse en dos
grupos:

  1. Los cognitivos, es decir los que afectan a la manera
    de pensar así como a las capacidades, y;
  2. Los que conciernen a la afectividad y a la
    personalidad.

Estas modificaciones no sobrevienen solas. La personalidad y
las funciones
cognitivas se ven afectados por acontecimientos como la
jubilación, la muerte del
cónyuge, que se hallan ligados a experiencias complejas en
el seno del medio social. Ahora se cree que la manera de
reaccionar ante las experiencias sociales determina ciertos
aspectos importantes del envejecimiento.

Decía L.S.Vygotski que la edad
(psicológica) es una categoría objetiva y no
convencional, es decir no elegida ficticia ni voluntariamente,
sino que el inicio de una edad se determina por la
reorganización del propio proceso de
desarrollo,
por su esencia interna lo cual puede no coincidir con su
manifestación externa.

  • La edad social.

La edad social designa los papeles que se puede, se
debería, se pretende, se desea o han de
desempeñarse en la sociedad. Determinados papeles sociales
pueden entrar en conflicto con
los jalones arbitrarios de la edad cronológica. Así
cabe una persona de edad desee continuar desempeñando el
papel se sostén de la familia,
incluso después de su jubilación. El conflicto
entre las edades social, psicológica y cronológica
constituye una forma de disonancia.

En general, las edades constituyen formaciones globales
y dinámicas, son las estructuras
que determinan el papel y el peso específico de cada
línea parcial de desarrollo. Son los períodos del
desarrollo en que tiene lugar los cambios y aparecen las nuevas
estructuras.

El envejecimiento es, en ciertos aspectos, un proceso
evolutivo gradual. Por otro lado, el envejecimiento puede ser
considerado como una serie de estadios que se organizan en
torno a ciertas
características de orden físico,
psicológico, social y material. Las crisis o
acontecimientos destacados pueden modificar radicalmente la vida
y precipitar el paso de un estadio a otro.

No menos llamativo deja de ser la concepción
holística del envejecimiento de Luis M. Gutiérrez
Robledo, cuando esboza que es el conjunto de procesos que
contribuyen a incrementar progresivamente la tasa de mortalidad
específica para la edad. Se reconoce además que el
envejecimiento no tiene una causalidad única y que no es
ninguna enfermedad, ni un error evolutivo.

Una visión más practicable del
envejecimiento la ofrece Kevin Kinsella, el cual refiere que el
envejecimiento de la población se refiere al aumento cada vez
mayor de la proporción de personas de edad dentro de la
estructura de
la población general. Este proceso se determina
principalmente por las tasas de fecundidad (nacimiento) y en
segundo lugar por las tasas de mortalidad (defunción), de
modo que las poblaciones con fecundidad elevada tienden a tener
proporciones bajas de personas mayores y viceversa.

Evolución Gradual.

Esquema # 1: "Modelo
Hipotético del Envejecimiento".

Es por ello que se hace necesario en este acápite
presentar las diferentes teorías
del envejecimiento, con el fin de describir los cambios
físicos que lo caracterizan, así como sus efectos
sobre la vida cotidiana.

  • Las teorías del envejecimiento
    físico.

Fueron cuatro las teorías sobre las "causas del
envejecimiento" presentadas y comparadas en el Congreso de la
American Association for the Advancement of Science celebrado en
1974. Tales causas serían:

  1. El disfuncionamiento del sistema
    inmunológico.
  2. Unos mecanismos de envejecimiento inherentes a las
    células.
  3. Las alteraciones del sistema endocrino.
  4. Unos desencadenantes genéticos.
  5. La teoría del desgaste.
  6. La teoría de los desechos.

Lejos de ser exhaustiva, esta lista engloba, sin
embargo, los principales modelos
actuales de envejecimiento físico.

La
teoría del debilitamiento del sistema
inmunológico.

Según esta primera teoría, nuestro sistema
inmunológico destruye ciertas partes sanas de nuestro
cuerpo: "El sistema de defensa del cuerpo parece volverse contra
sí mismo y atacar algunas de sus partes, como si fueran
invasores extranjeros.

Puesto que es probable que con el tiempo
aparezca en cierto material imperfecto y que sea tratado como una
amenaza, aumenta en consecuencia el peligro para los tejidos
normales.

Con el tiempo el sistema inmunológico se vuelve
además menos eficaz en su lucha contra la enfermedad; las
personas de edad, en las que disminuyen los mecanismos corporales
de defensa, pueden, pues, sucumbir más fácilmente a
las enfermedades. Por
añadidura, cabe que el sistema de defensa ya no sepa
distinguir entre ambas partes sanas del organismo y los
invasores, y que se enfrente a las partes sanas como si fueran
aquellos. Aunque este debilitamiento del sistema
inmunológico puede explicar ciertas enfermedades fatales y
algunas formas de degeneración, no cabe admitir que lo
justifique todo. Esta teoría aporta pues sólo una
respuesta parcial al proceso de envejecimiento.

La
teoría del envejecimiento celular.

La mayor parte de las teorías celulares se
interesan por la pérdida de información que sufren las células
del cuerpo en el nivel de la molécula de ADN (Ácido
desoxirribonucleico). Estas teorías pretenden que el
envejecimiento es resultado de la muerte de un
creciente número de células del cuerpo. Como el ADN
es responsable de ciertos procesos del metabolismo y
de la reproducción de células, toda
pérdida de información o toda codificación deficiente de las
células determinadas por un defecto de la molécula
de ADN pueden provocar la muerte de las
células.

Los programas de
funcionamiento del ADN no son las únicas causas de la
muerte celular. La acumulación de desechos en las
células y la reducción de la tasa de
oxidación celular provocan igualmente una pérdida
de función
y la muerte celular.

Cuanto más se acumulan éstos en la célula,
más se acentúa el proceso de degradación.
Por lo demás, tales cambios celulares son
fácilmente apreciados a medida que se envejece. Sin
embargo, no es seguro que estas
modificaciones sean las causas determinantes del envejecimiento:
podría suceder que sólo fueran el
resultado de otros procesos físicos
asociados con él.

Las
teorías de las modificaciones del sistema
endocrino
.

Una de las transformaciones más evidentes y mejor
documentadas que modifican el organismo que envejece consiste en
el debilitamiento de los ovarios los cuales, tras la menopausia,
dejan de producir estrógeno. Numerosos investigadores
consideran esta transformación y las demás
modificaciones del sistema endocrino como una de las principales
causas que contribuyen al envejecimiento. Según esta
teoría, el envejecimiento podría ser resultado de
una modificación de la producción o de la liberación de los
cuerpos químicos en el organismo.

Una vez más, resulta difícil precisar si
las modificaciones endocrinas son la causa o el efecto del
envejecimiento.

La
teoría genética
.

El lector habrá comprendido, sin duda, que todas
estas teorías, son interdependientes. La teoría
genética
se basa en el hecho bien demostrado de que los animales
procedentes de ciertos troncos genéticos viven más
que otros. Se sabe también que, en los seres humanos, la
edad a la que fallecieron los padres y los abuelos, sin
considerar las muertes accidentales, constituyen un índice
de esperanza de vida de los descendientes. Por estas razones, los
teóricos de la genética creen que para comprender
el envejecimiento es preciso entender el "código
genético" que determina nuestra longevidad. Pero en los
seres humanos resulta difícil, si no imposible, distinguir
entre los factores genéticos y el estilo de vida o incluso
los factores como el régimen o el entorno. En efecto, los
padres y los hijos no sólo tienen genes semejantes sino
que también presentan una misma tendencia a nutrirse de la
misma manera, a vivir en ambientes comparables y a adoptar los
mismos hábitos sanitarios.

La
teoría del desgaste
.

Frecuentemente asociada al nombre de Hans Selye, esta
teoría señala que las partes del cuerpo acaban
sencillamente por gastarse. Sin embargo, la actividad y los
ejercicios físicos pueden influir en la salud y en la
longevidad puesto que ejerce un efecto sobre la duración
de las partes del cuerpo. Selye ha hablado de actividades
negativas y positivas, pero el carácter positivo o negativo de una
determinada actividad podría depender de la forma en que
es percibida más que su propia naturaleza.

La
teoría de los desechos
.

La vida supone la producción de desechos y su
eliminación por unos procesos normales. Algunos
teóricos creen que la vejez viene acompañada de una
disminución de la capacidad de eliminación, seguida
de una acumulación de desechos que perjudican no
sólo la actividad celular normal, sino el mismo proceso de
purificación. Según esta teoría, el
funcionamiento normal quedaría debilitado por la
acumulación de subproductos inútiles emanados de
nuestras propias funciones corporales.

Al envejecer, comprobamos y sentimos que en nosotros y
en quienes nos rodean se producen ciertos cambios, aunque nadie
envejezca exactamente de la misma manera y sean considerables las
variaciones de un sujeto a otro. Envejecer no es lo mismo que
enfermarse, en el camino hacia el envejecimiento se van
produciendo cambios en los órganos y sistemas que
tienen repercusión directa en la valoración
semiológica y fisiopatológica, la actitud
diagnóstica y las decisiones terapéuticas. Al
respecto podemos enunciar:

  1. Pérdida total de determinadas funciones
    reproductoras de la
    mujer.
  2. Cambios funcionales secundarios a estructurales
    –función renal por pérdida de
    nefronas.
  3. Cambios funcionales por alteración estructural
    demostrable.
  4. Cambios secundarios por fracaso de los sistemas de
    control.
  5. Respuestas por exceso –secreción de ADH
    (hormona cerebral).
  6. Cambios en circunstancias no basales
    (presbicia).

Especialistas han demostrado que el envejecimiento
produce alteraciones en diferentes sistemas del organismo, y que
mencionaremos someramente a los fines de nuestra investigación:

  • Sistema Nervioso:
  1. Disminución del número de
    células nerviosas, mayor en algunas áreas como el
    hipocampo.
  2. Disminución del peso y tamaño del
    cerebro.
  3. Aumento de tamaño de los
    ventrículos.
  4. Reducción de las células nerviosas y el
    flujo sanguíneo cerebral.
  • Órganos de los
    sentidos.
  • Visión.
  1. La presbiopía es característica, y
    está dada por pérdida en la elasticidad del cristalino, cambios en el
    nervio óptico, corteza visual y mácula.

    • Audición.
    1. Hipoacusia en el 50 % causada por
      otosclerosis.
    2. Se deterioran los sonidos de alta frecuencia,
      fundamentalmente por degeneración
      coclear.
    • Sistema Cardiovascular.
    1. En la mayoría de los ancianos sanos la
      función cardiovascular global en reposo, es adecuada
      para satisfacer las necesidades del organismo en cuanto a
      presión y flujo.
    2. La frecuencia cardiaca en reposo se mantiene
      inalterada.
    3. La capacidad de trabajo físico disminuye
      al avanzar la edad, pero no está claro si puede
      atribuirse a una reducción de la reserva
      cardiaca.
    4. Algunos individuos presentan dilatación
      cardiaca.
    • Sistema Respiratorio.
    1. Apariencia mayor de los pulmones, por
      pérdida de la elasticidad y mayor
      rapidez.
    2. Reducción de la capacidad de
      inspiración máxima.
    3. Mayor rigidez en los músculos
      torácicos.
    4. Debilitamiento en los músculos
      respiratorios.
    • Sistema Músculo esquelético y
      locomotor.
    1. Aumento en la extensión de las articulaciones.
    2. Flaccidez muscular y disminución del peso
      muscular.
    3. Se pueden presentar temblores
      musculares.
    4. Los tendones se encogen y endurecen, y provocan
      la disminución de la elasticidad en las
      articulaciones.
    5. Limitación de los movimientos.
    6. La masa y el mineral óseo se
      reducen.

    Lamentablemente una de las funciones que con mayor
    frecuencia se deteriora en los ancianos, tanto por el
    envejecimiento como por el efecto de las enfermedades sobre
    el sistema
    nervioso es la
    memoria, o sea, la capacidad para retener y hacer uso
    posterior de una experiencia, condición necesaria para
    desarrollar una vida independiente y productiva.

    Estas enfermedades no solo producen un alto nivel de
    morbilidad y mortalidad en este segmento poblacional, sino
    que además provocan un altísimo nivel de
    discapacidad y sobrecarga social y familiar.
    Entre ellas, el síndrome demencial es la causa
    más común de trastornos cognitivos en el
    anciano.

    Definido clínicamente como un deterioro
    progresivo de la actividad cognitiva o intelectual, a partir
    de un nivel intelectual anterior normal, es observable por
    trastornos de la memoria y por
    al menos una alteración de la actividad nerviosa
    superior, como por ejemplo: trastornos en el
    lenguaje, la orientación, en la praxia, en el
    juicio y en la capacidad de aprender. Estos trastornos deben
    ser lo suficientemente importantes para producir un deterioro
    de la actividad social, laboral y de
    atenderse a si mismo.

    La prevalencia de demencia se incrementa con la edad
    y las tasas se duplican cada 5,1 años desde los 65 a
    95 años.

    La mayoría de las personas al envejecer se
    quejan de una mayor frecuencia de olvidos cotidianos, pero
    estos llamados "olvidos cotidianos" no interfieren en la vida
    diaria de las personas. Este trastorno de la memoria
    relacionado con la edad es muy frecuente y no se considera
    patológico. No obstante, la perdida de memoria casi
    siempre es el primer síntoma de una demencia
    comenzante. Para que estos "olvidos" se consideren un
    síntoma, deben interferir en la vida de
    relación de las personas.

    El termino demencia, del latín "fuera de
    mente", fue introducido por Pirel en 1706, quien lo
    definió como "una debilidad peculiar del raciocinio y
    de los actos voluntarios".

    A más de 280 años, de la introducción de la primera
    definición, no se ha logrado todavía un
    concepto
    universalmente aceptado, lo cual se ha agudizado en los
    últimos decenios y aunque hay opiniones
    múltiples, se ha llegado a coincidir en algunos
    puntos:

    1. La demencia es un síndrome, es decir, un
      conjunto de síntomas y signos
      que deben inducir al medico a investigar las
      causas;
    2. Es de carácter crónico y
      habitualmente progresiva;
    3. Es adquirida;
    4. Produce incapacidad y llegado a un grado,
      desadaptación social;
    5. Puede ser reversible.

    Además de los trastornos psicomotrices
    anteriormente explicados podemos ver los
    siguientes:

    1.   Apraxias: Imposibilidad de
    resolver normalmente una actividad gestual, fuera de un
    ataque de demencia, en una persona cuyos aparatos de
    ejecución de la acción están intactos. No hay
    déficit intelectual importante, ni parálisis,
    ni problemas
    de coordinación, pero los movimientos no alcanzan su
    objetivo.

    Existen diversos tipos de apraxia dependiendo de la
    función sensitivo-motora que se encuentra alterada.
    Por ejemplo: La apraxia que causa alteración en el
    gesto se conoce con el nombre de apraxia ideo motriz y
    está localizada la lesión en el lóbulo
    parietal; mientras que la apraxia que altera el dibujo se
    conoce como apraxia de construcción y también
    está ubicada en el lóbulo parietal.

    2.   Afasias: Corresponden a un
    problema de la palabra (yendo hasta una pérdida) o una
    incomprensión del lenguaje.
    Las principales afasias son las de Broca (expresión
    del lenguaje oral) y se localiza la lesión en el
    lóbulo frontal izquierdo mientras que la de Wernicke
    (comprensión del lenguaje oral) se ubica en el
    lóbulo temporal izquierdo.

    3.   Agnosias: Incapacidad para
    identificar un objeto de un modo sensorial, cuando no existe
    ningún déficit sensorial, ningún
    deterioro global de las funciones superiores y ningún
    problema de la conciencia
    o de la atención. Son alteraciones del
    reconocimiento en un sujeto no demente.

    Entre los diferentes tipos de agnosias
    están:

    ·   Agnosia verbal:
    Incapacidad para reconocer sonidos verbales y su
    lesión está en el lóbulo temporal
    izquierdo.

    ·   Agnosia auditiva:
    Incapacidad de reconocer ruido. Su
    lesión está en el lóbulo temporal
    derecho.

    ·   Agnosia visual:
    Incapacidad para reconocer objetos y su lesión
    está centrada en el lóbulo occipital bilateral
    (ambos lados).

    ·   Agnosia digital:
    Incapacidad para reconocer los dedos y su lesión
    está en el lóbulo parietal
    izquierdo.

    Una concepción que resulta de utilidad
    mostrar en esta investigación, fundamentalmente en
    este epígrafe, son los aspectos sociales del
    envejecimiento, todo lo cual nos permitirá un enfoque
    sociológico del fenómeno, sin negar que
    envejecer es un fenómeno natural, inherente a la
    finitud biológica del organismo humano. Cabe subrayar,
    en primer lugar, que son las características de la
    sociedad las que condicionan tanto el promedio de años
    de sus habitantes, como su calidad de
    vida durante los años de la vejez. Así lo
    sugiere el profesor
    Thomae, para quien la vejez es un destino social, puesto que
    son las características de la sociedad las que
    condicionan la cantidad y calidad de
    vida.

    La concepción del envejecimiento como un
    proceso social admite, a su vez, diversos enfoques. Entre
    ellos se destaca el abordaje sociológico, cuya unidad
    de análisis es la sociedad y cuya
    atención se centra en el estudio de las
    características de la sociedad y en la forma en que
    éstas configuran similares oportunidades y condiciones
    de vida para la categoría de los adultos mayores. Otro
    enfoque de índole más psicológica, cuya
    unidad de análisis son los individuos que envejecen,
    hace hincapié en la manera en que estos enfrentan su
    proceso de envejecimiento. Una combinación de los dos
    anteriores es el enfoque psicosocial, que se interesa por la
    forma en que los individuos entendidos como miembros de una
    categoría social, encaran su envejecimiento dentro de
    un contexto social que los condiciona.

    De acuerdo con ella, el envejecimiento es un proceso
    individual de adaptación a condiciones cambiantes
    provenientes del propio organismo, del medio social o de
    ambos, cuyo carácter dependerá de cómo
    se encaren y resuelvan los problemas.

    Se considera que el adulto mayor tiene un buen nivel
    de bienestar cuando es capaz de enfrentar los cambios que
    ocurren en su organismo y en su medio social con un grado de
    adaptación adecuado, -vale decir, de aceptación
    y de respuesta- y de satisfacción personal.

    Envejecer no es solo una condición social,
    sino también un proceso individual. La persona que
    envejece debe enfrentar condiciones cambiantes, tanto de su
    propio organismo como del medio social en que vive. Cada
    individuo
    es artífice de su destino personal, puesto que elabora
    una forma peculiar de pensar, sentir y actuar su vejez dentro
    del marco definido por su sociedad.

    Es por ello que sostenemos que la vejez es
    más un proceso que un estado. El
    envejecimiento, como modificación de la
    condición de la existencia, es un proceso normal de la
    vida, que se caracteriza por modificaciones involutivas de
    orden anatómico, fisiológico,
    neurológico y psíquico.

    Queremos resaltar la audacia de espíritu
    verdaderamente notable, con que Thomae señala las
    bases de una teoría de la personalidad del sujeto
    adulto mayor. Tras comprobar que se sabe todavía muy
    poco sobre la psicología y la
    teoría de la personalidad del anciano y fiel a la
    posición de la escuela de
    psicología cognitiva, que trata de explicar la forma
    en que el individuo percibe el mundo que le rodea, estima que
    la conciencia es uno de los factores esenciales en la
    determinación del comportamiento y propone los
    siguientes postulados:

    Postulado I: La evolución del comportamiento se halla
    ligada a la percepción del cambio
    objetivo;

    Postulado II: Todo cambio en la situación del
    individuo es percibido y evaluado a la luz de las
    preocupaciones y de las expectativas del sujeto;

    Postulado III: La adaptación al
    envejecimiento se halla en función del equilibrio
    entre las estructuras cognitiva y motivacional del
    sujeto.

    La concepción de Thomae aparece
    resumida en la siguiente
    figura
    :

    • Modelo cognitivo de la personalidad adulta
      mayor, según Thomae, 1976.

    Todo acontecimiento puede figurar entre los cambios
    que sobreviven en el ambiente y
    que son considerados como cambios objetivos,
    desde el hecho de asumir el papel de abuelos, hasta el hecho
    de jubilarse. La
    motivación del sujeto, sus preocupaciones y sus
    expectativas del momento determinan su percepción y el
    cambio percibido, más que el cambio objetivo, es lo
    que explicará el comportamiento, manifiesto o
    implícito, que adoptará el sujeto.

    Siguiendo el anterior modelo debemos proyectar
    el trabajo
    que se desarrollará con el adulto mayor; toda vez que
    debemos ser capaces de motivar una conducta
    dirigida a mitigar los efectos de el inmovilismo
    físico, cerebral, afectivo y social,
    combatiéndolo con actividades de formación,
    participación y compromiso con su propia persona, o
    sea que mira hacia adelante y no sólo hacia
    atrás.

    Coincidentemente Julia Tavares de Álvarez ha
    sostenido que los ancianos deben convertirse en protagonistas
    en el escenario de la historia y no
    limitarse a un papel pasivo como parte del paisaje; a lo que
    debemos agregar que se debe tener en cuenta su
    condición de personas vulnerables en virtud de la
    disminución progresiva de su reserva funcional como
    ser humano.

    1.3-.
    CONCIENCIA DE GÉNERO Y VULNERABILIDAD DEL ADULTO
    MAYOR: DOS PILARES PARA UNA HUMANIZACIÓN DE LA
    CÁRCEL.

    El enfoque de género
    es una alternativa que implica abordar primero el
    análisis de las relaciones inherentes a esta
    categoría para basar en ella la toma de
    decisiones y acciones
    para el desarrollo. Es una forma de observar la realidad en
    base a las variables sexo y
    género y sus manifestaciones en un contexto
    determinado. Recordemos que somos del criterio que el
    género es una construcción social y cultural
    que se produce históricamente y por lo tanto es
    susceptible de ser transformada. Referirnos al mismo
    significa dejar de creer que los roles sociales y culturales
    asignados a hombres y mujeres son naturales, visión
    que tiene como fin inmediato y último la
    humanización de la visión del desarrollo, desde
    nuestro punto de vista, centrada en la equidad de
    género, tal y como proponemos.

    Como nos hemos planteado en nuestro discurso
    iusfilosófico de un trato humano reductor de la
    vulnerabilidad, perseguimos que en la prisión se
    implementen estrategias penitenciarias "aptas", y capaces
    de potenciar una relación humano – humano, donde
    el clima que
    reine sea la potenciación del saber y el mejoramiento
    de ser humano. Lo anterior, concebido desde una perspectiva
    de género que nos ha colocado, una vez más, en
    los senderos humanistas que caracterizan nuestro ordenamiento
    jurídico, ya que al defender los postulados que
    sustentan el principio de igualdad y
    paridad de los diferentes nos pronunciamos por la
    concepción que caracteriza nuestro sistema de
    ejecución de la pena privativa de libertad:
    el penado no es un ser eliminado de la sociedad, sino una
    persona que continúa formando parte de la misma,
    incluso como miembro activo, si bien sometido a un particular
    régimen jurídico, motivado por su
    comportamiento antisocial, y encaminado a preparar su vuelta
    a la vida libre en las mejores condiciones para ejercer su
    libertad socialmente.

    Concebir las normas
    penitenciarias cubanas con un enfoque de género, en
    aras de una humanización del castigo, nos ha conducido
    a crear un "know-how del género en el sistema
    penitenciario", entendiendo que el género -de la misma
    forma que la sexualidad-, no es una manifestación
    natural y espontánea del sexo o la expresión de
    unas características intrínsecas y
    específicas de los cuerpos sexuados en masculino y
    femenino, sino un constructo social, que se debe "aprovechar"
    en el ámbito penitenciario para que, tal y como se
    esculpe una obra artesanal, se esculpa al recluso (a), con
    los preceptos de un sistema armónico de influencias,
    dirigidas a la modificación de conductas,
    hábitos delictivos o antisociales presentes en
    éstos, con el conjunto de métodos, técnicas y vías de influencias
    que favorecen el reforzamiento de sus valores y
    cualidades positivas e inculcarles principios y
    normas de convivencia social que permitan su progresiva
    reincorporación a la sociedad.

    Tales proyectos nos
    hacen abogar por un nueva concepción de los fines de
    la individualización del castigo, ya que si toda
    ideología tiene la función de
    "constituir individuos concretos en cuanto sujetos", un
    tratamiento
    penitenciario con enfoque de género tiene la
    función de educar individuos transgresores de las
    normas socio-jurídicas, en cuanto hombres y mujeres,
    que deben reintegrarse a la sociedad.

    Ahora bien, este proceso de reintegración
    social no se realiza de la misma manera en hombres y mujeres,
    en virtud de su asimetría, toda vez que sostenemos que
    los programas penitenciarios se ajusten a las especiales
    características o situaciones de los diferentes
    sexos.

    Este proceso asimétrico se aspira a que se
    ejecute teniendo como modelo el trato humano reductor de la
    vulnerabilidad, el que se inicia con la concepción de
    que el recluso(a) es el objeto de dicho tratamiento y
    eslabón fundamental entre la pena y el tratamiento
    educativo penitenciario, estableciéndose un proceso de
    "socialización diferencial", en aras de
    un desarrollo integral de su persona, mediante la que se
    logra que los reclusos(as) adapten su comportamiento a una
    vida en sociedad.

    A lo anterior sumamos que una vez que un sujeto
    adulto mayor ingresa en un centro penitenciario se produce un
    cambio en su situación social de desarrollo,
    estableciéndose una relación peculiar,
    única y especial entre éste y el entorno donde
    está privado de libertad, que desde ese momento
    marcará su personalidad y su organismo como ser
    humano, tal y como hemos demostrado anteriormente.

    En virtud de lo antepuesto se debe propiciar en este
    grupo social vulnerable, a partir de la legislación
    penitenciaria, un conjunto de actividades que tiendan a
    ampliar las habilidades sociales, hábitos, valores de
    libertad, a través de la
    educación, capacitación, actividades deportivas y
    lúdicas, diseñándose dichos
    parámetros como plataforma de promoción social y un elemento de
    reconstrucción de la personalidad del recluso con
    estas características.

    Debemos recordar que uno de los factores que
    más negativamente influye en la salud y en la calidad
    de vida es el aislamiento y la soledad, particularmente en el
    adulto mayor, por sus características socio
    –médicas, que indudablemente
    entorpecerían el proceso de reintegración
    social del recluso.

    Una de las "recetas" para mejorar tales
    parámetros es la de atender sus necesidades,
    asociarse, compartir, todo lo que tributará en aras de
    un certero proceso de reintegración social que a
    rasgos generales deberá tributar a que los adultos
    mayores, aún en esas condiciones de privación
    de libertad, tengan proyectos de vida; miren hacia delante y
    no sólo hacia atrás; no sentirse peor que los
    otros de su edad; ser independientes desde el punto de vista
    funcional; emprender actividades; dar y recibir ayuda y no
    estar agobiado por los dolores, propios de su tiempo; se
    destruyan estereotipos sociales sobre la vejez que repercuten
    negativamente en su persona; retrasar la muerte y prepararse
    para ella serenamente.

    Consecuentemente con lo expuesto somos del criterio
    que un escalón superior de una humanización de
    la institución carcelaria, tal y como respetuosamente
    proponemos, se alcanzará cuando se fusionen estos dos
    elementos, ya que con la regulación del tratamiento
    penitenciario con enfoque de género los límites legítimos de la
    ejecución de la privativa de libertad, ha dado un
    nuevo relieve a
    su definición.

    Ahora ya no se trata solamente de privar de libertad
    a un recluso(a), y aislarlo de la sociedad por el
    ilícito cometido, sino que la legislación se
    articule con un enfoque de género, y que seamos
    capaces de implementar políticas de tratamiento educativo
    "aptas" para los adultos mayores que tengan que enfocarse
    desde este prisma, que indudablemente se coloca en estos
    momentos, desde nuestro punto de vista, en el tintero de
    aquellos que tienen la máxima responsabilidad de adecuar el sistema
    penitenciario cubano a las actuales concepciones de trabajo
    educativo penitenciario, que se potencia
    por parte del Estado Cubano; recordemos que hemos sido
    educados en la concepción de que en el socialismo
    ningún ser humano puede ser excluido ni
    olvidado.

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    47. www.estrelladigital.es.
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      Consultado: 12 – 04 -2005. Hora: 9:00 a.m.

      • Marco Conceptual en la Socialización
        de Género. Una mirada desde la
        filosofía. Autora: Purificación Mayobre
        Rodríguez.

    50. www.fd.uo.edu.cu.bibliojuridica.org/estrev/index.htm
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      Consultado: 12 -04 -2005. Hora: 10: 00 a.m.

      • El papel de la geriatría en el
        sistema hospitalario. Autor: Ricardo Gómez
        Huelgas.
      • Una nueva etapa en la protección
        internacional de adultos. Autor: Alegría
        Borras.
      • El reconocimiento integral de los derechos
        de las personas mayores, por primera vez en una
        instancia internacional: la Unión Europea. Autores: Dr.
        Ángel Rodríguez, Dra. Mayte
        Echezarreta.
      • La depresión en el paciente
        anciano. Autor: José Antonio López
        Trigo.
      • Orientación familiar y adulto mayor.
        Autor: Rosalía Keller
        Kéller.
      • Comunicación y trato con los
        ancianos: sus necesidades y nuestras dificultades.
        Autor: Jacinto Batíz.
      • "Las personas de edad", un nuevo concepto
        con novedosos contenidos para las políticas
        territoriales y socioeconómicas de las
        administraciones públicas. Autor: Ángel
        Sánchez Blanco.
      • Derechos Humanos y Personas de Edad.
        Organización de Naciones
        Unidas. Prólogo de Mary Robinson.
    51. www.geriatrianet.com.
      Consultado: 23 –05-2005. Hora: 9:00 a.m.

      • Foucault, Michael; "El sujeto y el
        Poder".
      • Foucault, Michael; "El ojo del
        poder".
      • Carranza, Elías; "Política
        criminal y penitenciaria en América Latina y
        el Caribe".
    52. www.philosophia.cl.
      Consultado: 24 –05-2005. Hora: 8: 30
      a.m.

    LEGISLACIÓN.

    1. Constitución de la República de
      Cuba. Editorial de Ciencias Sociales, La Habana,
      2001.
    2. Reglamento Provisional del Sistema
      Penitenciario, de 1 de Octubre del 2004, Orden No.30
      del Ministerio del Interior de la República de
      Cuba.
    3. Código Penal, Ley No. 62 de 1987.
      Editorial Félix Varela, Ciudad de la Habana,
      2003.
    4. Reglas Mínimas de Tratamiento a los
      Reclusos de Naciones
      Unidas.
    5. Procedimientos de Trabajo de las
      Especialidades del Sistema Penitenciario.
    6. Plan de Acción Internacional de Viena
      sobre el Envejecimiento de 1982, de la
      Organización de Naciones Unidas.
    7. Proclamación sobre el Envejecimiento
      de 16 de Octubre de 1992. Organización de
      Naciones Unidas.

     

     

    Autor:

    Msc. Mirna Méndez
    López

    Master en Criminología y Profesora
    Asistente de Derecho Penal y Proceso Penal.

    Facultad de Derecho. Universidad de Oriente.
    Cuba.

    Msc. Arlín Pérez
    Duharte

    Master en Criminología y Profesora
    Asistente de Derecho Penal y Proceso Penal.

    Facultad de Derecho. Universidad de Oriente.
    Cuba.

    Lic. Ramón Yordanis Alarcón
    Borges

    Profesor de Criminología y Derecho
    Procesal Penal.

    Facultad de Derecho. Universidad de Oriente.
    Cuba.

    Materia: Criminología.

    Fecha de realización del trabajo: Junio del
    2005.

  2. Pupilas pequeñas por cambios involuntarios en
    el músculo del esfínter pupilar.
Partes: 1, 2
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